Japón se prepara para la guerra, enciende las alertas

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Por primera vez en los últimos 68 años, Japón divulgó un reporte en torno a su seguridad nacional, mientras según analistas y observadores estadunidenses, el país parecía haber iniciado el camino a un serio rearmamentismo.


“Un tanto de repente, un país que no sólo había sido cauteloso sino ansioso de evitar involucramientos militares extranjeros instrumenta ahora una más proactiva política de seguridad nacional”, consideró la revista estadunidense The National Interest.


De hecho, las que hasta ahora eran conocidas como Fuerzas de autodefensa de Japón se preparan para pasar a ser una fuerza armada en toda la extensión de la palabra. Por lo pronto, la inversión japonesa en sus militares sumarán poco más de 235 mil millones de dólares en los próximos cinco años.


La razón de ese nuevo activismo está a unos 410 kilómetros al sureste de la isla más septentrional del archipiélago japonés, a unos 180 kilómetros al noroeste de Taiwán y a unos 350 kilómetros al oeste de la costa china.


Las islas Senkaku, que los chinos conocen como Diaoyu, son un grupo de ocho islotes deshabitados en el Mar de China, con una superficie total de tal vez siete kilómetros cuadrados.


Pero están en el centro de uno de los potencialmente más peligrosos enfrentamientos políticos, económicos y militares en el mundo, con China, Japón, Taiwán y Estados Unidos en una potencial vorágine de resultados impredecibles.


De hecho, usadas por siglos como puntos de referencia visual para navegación, sin mayor interés, algunos creen que están en una región potencialmente productora de petróleo y gas.


El reclamo soberano chino en la región este del Mar de China incluye íntegramente el yacimiento de gas conocido como Chunxiao, que las demandas japonesas de soberanía literalmente parten por la mitad.


Y además, se han constituido en un punto estratégico de primer orden.


Tanto que Japón ha enviado guardacostas a patrullar las que considera sus islas; China reivindica su soberanía sobre ellas y la zona que las rodea, al grado de exigir que las aerolíneas comerciales pidan permiso para cruzarla. A su vez, Taiwán hace poco más de año y medio envió lanchas patrulleras a proteger a pescadores que

enfrentaban a los guardacostas japoneses.


Y Estados Unidos, que apoya a Japón, tienen un interés estratégico considerable: después de todo, si los chinos consideran esas islas como esenciales para la protección de sus líneas de comercio marítimo, Estados Unidos las ven como parte de la fórmula para mantener el confinamiento de la Armada China.


Obviamente ese “encierro” no hace gracia al gobierno de Pekín, que no sólo considera al Mar de China como parte de su soberanía sino que es cada vez más una nación comercial, y sus mercaderías entran y salen por mar. Esa es buena parte de la razón por la que está embarcada en construir una marina de guerra capaz de proteger sus líneas de abastecimiento y proyectar poder más allá de la zona costera.


Pero eso implica también agitar a un viejo rival.


“China ha hecho lo que la beligerancia norcoreana y el consejo estadunidense no han podido hacer por largo tiempo: despertar a Japón de su letargo postmoderno”, aseguró la revista estadunidense The National Interest.


Ciertamente algunos afirman que Japón no necesitaba muchos empujones. “La totalidad del poder chino –demográfico, económico y militar– se yergue como una amenaza existencial para Jepón”, precisó la empresa de análisis Stratfor.


De acuerdo con el documento de seguridad nacional japonesa, el país “vive en un cada vez más severo ambiente de seguridad y confrontado por graves y complejos desafíos de seguridad nacional”, al tiempo de anotar que China ha ampliado e intensificado rápidamente sus actividades en los mares y el espacio aéreo alrededor de Japón, incluso intrusiones en las aguas territoriales y el espacio aéreo de las islas Senkaku”.


Y sin bien es cierto que las Fuerzas Armadas chinas muestran un poderío creciente, subrayado por la reciente botadura de su primer portaaviones, el Liaoning, la verdad es que Japón está lejos de estar inerme: en términos de números tiene cuatro veces más barcos que la Marina Real británica y más tanques que Alemania.


Pero la preocupación japonesa puede definirse por su actual lista de compras. Según la emisora británica BBC, esa lista incluye dos destructores equipados con proyectiles antibalísticos Aegis, cinco subamarinos, 52 vehículos anfibios, 28 aviones de combate F-35 y 17 aviones de despegue vertical Osprey.


Y si a eso se añade que Japón está aún bajo la sombrilla militar estadunidense, el resultado es preocupante.


Sea lo que sea, el hecho es que más y más las Senkaku, o Daioyu, están en el punto cero de una nueva región de crisis y potencial choque militar que puede arrastrar a otros países, que como Corea del Sur tiene sus propias preocupaciones territoriales con China, suficientes quizá como para olvidar un resentimiento histórico con Japón.



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