Cura que abusó sexualmente a 45 monaguillos va a la cárcel; arzobispo lo protegió

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Ciudad de México.- Gerardo Silvestre Hernández, sacerdote de Oaxaca acusado de abusar sexualmente de al menos 45 niños indígenas, fue encarcelado casi ocho años después de que las primeras quejas se hicieran públicas.


En su columna “Astillero” de este viernes, publicada en el diario La Jornada, el periodista Julio Hernández López denuncia que el Arzobispo de la diócesis de Antequera, José Luis Chávez Botello, protegió al sacerdote señalado e incluso hostigó y amenazó a los religiosos que se atrevieron a denunciarlo, y permitió que Silvestre Hernández ejerciera por más de tres años.


El 22 de diciembre de este mes, medios locales publicaron la reacción del Arzobispo ante la orden de aprehensión girada por el Juez Séptimo de lo Penal, acusado de corrupción de menores de edad y abuso sexual en agravio de sus acólitos en la parroquia de Villa Alta, región de la Sierra Norte de Oaxaca.


Chávez Botello atinó a decir: “La Iglesia católica nunca ha entorpecido, al contrario siempre facilitará que se cumpla con la ley; nosotros no estamos interviniendo ni hemos intervenido”, publicó el periódico local E-Oaxaca.


Para ese entonces, el cura ya había sido aprehendido en Tlaxiaco por la policía, autoridad que dio solución al caso casi cuatro años después de que 10 religiosos denunciaran personalmente ante el arzobispo los casos que ocurrían desde el 2006, cuando padres de familia y jóvenes que en su niñez fueron violados, comenzaron a quejarse.


José Luis Chávez Botello, prefirió no hacer caso a las quejas y en su lugar, cambiar al padre de parroquia en parroquia “esparciendo el daño”, dice Julio Astillero en la columna.


En una de las reuniones llevada en 2009, de los curas acusadores, se leyó un texto con testimonios y pruebas de los actos de Silvestre: ”a los niños y jóvenes de la comunidad (…) les hacía caricias obscenas y jugueteaba con ellos (…) En una de las festividades (…) invitó a unos jóvenes a tomar y les compró sus cartones de cerveza y que ya tomados a uno de ellos le estuvo chupando el pene y acariciándolo indebidamente”, decía uno de los testigos citados en el documento.


Se deslinda el arzobispo


La Iglesia católica nunca ha entorpecido, al contrario siempre facilitará que se cumpla con la ley; nosotros no estamos interviniendo ni hemos intervenido, respondió el arzobispo de Oaxaca, José Luis Chávez Botello, consultado sobre el caso del sacerdote Gerardo Silvestre Hernández, aprehendido por la policía tras ser acusado de pederastia y corrupción de menores en la parroquia de Villa Alta.


Pero las autoridades eclesiásticas locales no fueron las únicas en desoír las denuncias, pues éstas también fueron avisadas al Vaticano en una carta emitida el 4 de agosto de 2010, que igualmente, las desclasificó.


Ahora, casi ocho años después de las primeras quejas, y más de tres de la presentación de pruebas y testimonios comprobables, Gerardo Silvestre Hernández se encuentra en prisión por delitos sexuales.


En una reunión del 16 de junio de 2009 con el arzobispo Chávez Botello, los curas que denunciaron a Gerardo Silvestre Hernández, leyeron un texto integrado con “documentos, testimonios de las víctimas y testigos”:


Santa Catarina Yetzelalag, Villa Alta: el sacerdote Silvestre Gerardo “a los niños y jóvenes de la comunidad (…) les hacía caricias obscenas y jugueteaba con ellos (…) En una de las festividades (…) invitó a unos jóvenes a tomar y les compró sus cartones de cerveza y que ya tomados a uno de ellos le estuvo chupando el pene y acariciándolo indebidamente”.


San Ildefonso, Villa Alta: “le gusta el licor… se ponen a tomar con él y tener jovencitos de otras comunidades que no corresponden a la parroquia en sus habitaciones… lo han visto tomado en los basureros por las noches y anda con el cuello lleno de chupetones morados… Hay otro joven en esta comunidad que ha sido otro de sus amigos íntimos del padre y comenta que los de Camotitlán son unos p%#& porque dan su limosna para que él las disfrute ya que dice que el padre le da a él por los favorcitos que le ha hecho y que por fin se aventó uno de cura”.


Temaxcalapa: “por estar tomado sufrió un percance con su camioneta en calles centrales de la comunidad… cuando en una reunión le hicieron ver sus fallas… se molestó y les pidió fotos o videos… les dijo que no les extrañara que un padre tomara ya que hay padres borrachos, mujeriegos… y hasta con hijos y que son peores más hasta hay obispos borrachos y con mujeres”.


Santiago Camotlán: una víctima da testimonio de que Gerardo Silvestre lo llevó de acompañante a San Dionisio Ocotepec; de regreso lo metió a un hotel, lo emborrachó y abusó de él.


Y en un video, que al igual que los anteriores documentos forma parte de un expediente de solicitud de protección a los derechos humanos al que se tuvo acceso y de todo lo cual se cuenta con copias, un joven de Camotlán relata nombres de niños, jóvenes “y hasta un viejito” a los que Gerardo Silvestre Hernández en diversas fechas embriagó para luego tener relaciones sexuales. La suma de lo relatado por ese joven es de más de 40 casos.


En una reunión con fieles que le reprochaban sus errores, según le dijeron los curas a Chávez Botello, y luego a Roma: “el padre Gerardo dijo a los ahí reunidos ‘además el obispo es mi pollo’, y mi pollo, sabemos, significa: mi novio, mi amante, mi pareja. Esto se ha extendido y no son pocos los que ya piensan que por eso el arzobispo no hace nada por poner remedio a la anómala situación del padre Gerardo”.


Chávez Botello también escuchó en junio de 2009: “No actuar inmediatamente lo convertiría ante los ojos de la Iglesia y la sociedad en encubridor de un clérigo pederasta”, “en otras partes de la diócesis empiezan a surgir testigos contra un colaborador cercano al arzobispo para configurar otro caso de pederastia, lo mismo que contra un ex superior del seminario menor que, aseguran, manoseaba sexualmente a los alumnos. Se va creando un ambiente moralmente dañino en la diócesis, como se lo advertimos cuando nos reunimos para denunciar los actos de corrupción del padre Uvi (Francisco Wilfrido Mayrén Peláez), que usted conoce y solapa”.


A pesar de todo, Chávez Botello prefirió castigar al diácono Ángel Noguera, alejar al cura Apolonio y elevar de categoría a Gerardo Silvestre Hernández. Ante ello, los curas recurrieron a la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, relataron su reunión con el arzobispo, dijeron que la investigación de lo denunciado no se había hecho “de manera honrada, transparente y apegada a las leyes de la iglesia”, y plantearon la posibilidad de que ese arzobispo renunciara.


El 17 de febrero de 2011, la citada congregación exculpó desde Ciudad del Vaticano a Gerardo Silvestre (“no pesa denuncia verosímil” en su contra) y al arzobispo Chávez Botello.



Cura que abusó sexualmente a 45 monaguillos va a la cárcel; arzobispo lo protegió

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